Un debate presidencial no es un acto de campaña, pero en este primero entre Claudia Sheinbaum, Jorge Álvarez Máynez y Xóchitl Gálvez, lo convirtieron en eso, y ninguno de los tres se privó de la oportunidad de exponer, gratis y a nivel nacional, sus plataformas electorales, y las de su partido.

Los temas fueron buenos, salud, combate a la corrupción, educación, grupos vulnerables y violencia contra las mujeres, además de los que las mismas candidaturas añadieron. 

Nada nuevo bajo el sol al final de este, pero en el transcurso patinaron los tres entre el COVID y las vacunas, la corrupción de los de antes y los de ahora, la mala infraestructura educativa de ayer, y la que se promete distinta para mañana. Se picaron los ojos, se sacaron la lengua entre ello, y hasta compitieron en artes y pinturitas, cuando los tres mostrarón sus cartulinas con dibujitos y mensajes escritos con cartolas.

Se atrevieron a hablar de los programas sociales actuales, tanto para presumirlos como para prometer que no se eliminarán, ¡en la misma sede que han exigido lo prohíba, el INE! 

Y así, casi dos horas del mismo debate de cada elección, y que esperamos no sea la plantilla para el del próximo 28 de abril. 

Aún así, hay una baraja de asuntos que bien valen la pena platicar con ustedes.

Primero, vimos a una Claudia impositiva y autoritaria, que le dijo a la moderadora que sería Jorge quien respondería la réplica que a ella le otorgaban, y que Jorge respondió por ella solicito, fue ella quien le peleó a ambos periodistas conductores los segundos en su bolsa de tiempo que, dijo ella, le hacían falta. También corrigió a ambos conductores diciéndoles que “los temas de seguridad son para el segundo debate, no para este primero”. Pero se negó a responder preguntas directas e incómodas ya no de Xóchitl o de Jorge, sino de los periodistas mismos que repartían los cuestionamientos. 

Sin duda, sus debilidades de hoy, fueron las fortalezas de Andrés Manuel López Obrador en el 2018. En aquel año ellos eran oposición, y tiraban duro contra el gobierno, pero hoy son gobierno, y mejor aprietan el cuerpo.

Xóchitl fue inquisitiva, pero se notó nerviosa e inexpresiva en algunos momentos, sorprendió no verla tomando nota, no “agarrar en el aire” un par o tres de narrativas de ambos contrincantes que fueron contradictorias e incoherentes en algunos momentos. No fue contundente, y el escucharla decirle a Claudia “voltea a verme cuanto te acuso”, denotó cierto grado de desesperación. Por cierto, esa pasividad en Claudia, no viendo a los ojos a sus contrincantes cuando se dirigían a ella, sino viendo directamente a la cámara que la enfocaba, se rompió al final, cuando el Rebsamen, cuando la línea 12 del metro, cuando las licitaciones directas. Fue claro que esos temas en Claudia son como sal en una herida abierta.

Jorge tuvo la fortuna o desfortuna de estar en medio, escuchando de lado a lado los “tiritos” que las damas se aventaron, en un momento, dijo hábilmente coincidir con una, o estar en contra, para luego arremeter con fuerza.

Llamó la atención que en ningún momento volteó su cuerpo hacia Claudia cuando hablaba de ella, menos dirigirle la mirada, pero a Xóchitl si la retó de frente, hablándose cara a cara, mientras Claudia seguía impávida viendo a la cámara.

La forzada sonrisa de Jorge que a veces parecía editada sobre su rostro, fue la inspiración de los primeros memes en las redes sociales. 

En el manejo del tiempo Xóchitl le ganó a los tres, mostrando así cordura, paciencia, asertividad. En un par de ocasiones, Claudia se agotó su tiempo, mostrando impaciencia y desorden en su narrativa. Jorge jugó su tiempo sin problema. 

Este debate no lo gana ninguno, y tampoco lo pierde. Creo yo estuvieron a la altura de su circunstancia. Los tres quedaron a deber, pero también cumplieron. 

Al final, el saludo de mano y el beso en la mejilla, el toqueteó en el hombro y el “ahí nos seguimos viendo”, lo sello todo.

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